El Gobierno Municipal que preside, José Luis Chacón Méndez a través la Dirección de Turismo y Desarrollo Económico lleva a cabo las gestiones ante el gobernador maya, Carlos Francisco Pacheco Polanco, para traer a Cozumel un espectáculo de representación del juego de pelota maya.
De acuerdo con información disponible en el portal de la Mediateca del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), el juego de pelota fue una actividad practicada en varias culturas prehispánica que se extendió desde la Amazonía Peruana hasta lo que es hoy Arizona, en Estados Unidos, con más de mil 500 canchas. Los especialistas han encontrado figurillas de jugadores con una antigüedad que data de entre los 600 a 900 años después de Cristo (D.C.).
En este sentido, Ángela del Socorro Carrillo Chulin, titular de la dependencia municipal, se reunió el martes con el mandatario maya para afinar detalles que permitan la presentación de este espectáculo en la isla de las golondrinas.
Mencionó que Carlos Pacheco tiene la intención de llevar este mismo proyecto a Chetumal, la capital de Quintana Roo, pero que hay mucho interés de su parte porque también Cozumel sea sede de este evento, ya que se trata de un torneo de pelota Maya.
“Consideramos que sería un excelente atractivo para los visitantes nacionales e internacionales de la isla y es muy probable, aunque tenemos que afinar detalles de logística, de que se realice en el mes de diciembre”, mencionó Carrillo Chulin.
Carlos Pacheco es originario de Pisté, Yucatán y es descendiente directo de mayas, lo que lo ha llevado a buscar mantener viva esa cultura por medio de sus esculturas en piedra caliza, laja y estucado en bajo y alto relieve.
El juego de pelota simbolizaba la lucha entre las fuerzas opuestas del universo, el bien y el mal, la luz y la oscuridad, se hacía en una cancha que representaba el universo, dividido en dos por una línea trazada en el suelo que simbólicamente eran los límites de la puesta y la aparición de las estrellas.
Consistía en pasar la pelota, representación del sol, de un lado de la línea al otro y ganaba al instante quien lograra pasarla a través de aros tallados en roca. El balón solo podía ser golpeado con las caderas, los hombros, el antebrazo o la espalda y era fabricado a base de hule con un peso de tres kilos y unos 25 centímetros de diámetro.
Seis de estas canchas se han encontrado en la zona de Chichén Itzá, la más grande de 150 metros de largo por 30 metros de ancho, con dos paredes laterales de ocho metros de altura.